Un espacio que quiere ser bodega cordobesa y japonesa (izakaya). Proponemos una “fusión sin confusión”, donde nuestra cocina tradicional se mezcla con ingredientes y sabores típicos de Asia.
Un espacio de juego e intercambio, donde lo más importante es venir sin complejos a probar, compartir y disfrutar.
LA CARTA: Encontrarás propuestas variadas como la ensaladilla rusa con mayonesa de wasabi y copos de mojama de atún (katsuboshi); yakitoris (brochetas) de atún rojo de almadraba con ajoblanco; rollitos de primavera rellenos de rabo de toro; “dumplings” de pringá de cocido, etc.
LA BODEGA: Nos encanta el vino en todas sus versiones. Encontrarás generosos de Montilla-Moriles y Jerez; ancestrales del Penedès; naturales de la Sierra de Gredos; perfiles clásicos poco conocidos de Ribera y Rioja; vinos atlánticos de Galicia, y por supuesto vinos andaluces y algún sake japonés.
Lo verdaderamente importante es venir, probar y ser feliz.
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Especial mención al lomo bajo que estaba buenísimo, un punto perfecto y sabor increíble! De las mejores carnes que hemos probado.
Para ser el día de inauguración del local todo muy correcto y la atención también nos gusto mucho, todos muy atentos y simpáticos.
Volveremos sin duda alguna.
Pedimos varios platos para compartir y todos diez de diez. Mención especial merecen los dumplings de pringá (que están para comerse una caja) y los chicharrones, buenísimos también.
Los postres también merecen la pena. El crepe de té macha y chocolate negro es un espectáculo y tiene un toque de sal que es alucinante.
El personal es súper agradable y servicial. Sus recomendaciones fueron estupendas y pudimos hablar con el chef, que hasta nos dio una receta para una vinagreta.
En cuanto a precios, cuatro platos, dos postres y cuatro bebidas fueron unos 35 euros por persona, que ni tan mal.
En pocas palabras, merece la pena sin lugar a dudas. Tanto para mi chica como para mí se ha convertido en un imprescindible ☺️